Las buenas noticias del Metropolitano contrastan con la situación del ex aeródromo, donde hay un parque nuevo y abandonado. A casi 90 años de su inauguración, el Parque Metropolitano del cerro San Cristóbal sigue siendo el principal pulmón verde de Santiago y el lugar más apreciado por sus habitantes. Prueba […]
Las buenas noticias del Metropolitano contrastan con la situación del ex aeródromo, donde hay un parque nuevo y abandonado.
A casi 90 años de su inauguración, el Parque Metropolitano del cerro San Cristóbal sigue siendo el principal pulmón verde de Santiago y el lugar más apreciado por sus habitantes. Prueba de ello son los cinco millones de visitantes que recibe cada año, quienes pueden disfrutar de vistas panorámicas y paisajes que nada tienen que envidiar a los parques de países desarrollados. Además, el San Cristóbal es uno de los pocos espacios públicos que congrega a familias de distintos niveles socioeconómicos y donde varias generaciones pueden reencontrarse con sus recuerdos de infancia, lo que en una ciudad de crecimiento dinámico es un activo a preservar.
Por ello, las obras de mejoramiento anunciadas esta semana son una gran noticia. A la inauguración del sendero «Grandes Travesías» se suman la ampliación del zoológico, la reparación del teleférico y la habilitación de un nuevo acceso por Recoleta que contará con una plaza de juegos y un nuevo funicular. Estas obras servirán para ampliar la capacidad del parque y para recuperar faldeos históricamente olvidados, lo que debiera ser un impulso para la renovación de barrios colindantes en Bellavista y Recoleta.
Si bien estos proyectos vienen de gobiernos anteriores, el rol del actual director, Bernardo Kupfer, ha sido fundamental para acelerar su concreción, demostrando gran liderazgo y capacidad de gestión. En los próximos años deberá extremar sus esfuerzos para abordar tareas más complejas. Además de administrar otros 13 parques, debiera ejecutar proyectos como el jardín botánico El Chagual, la forestación de los cerros de Renca y Chena o los parques inundables de La Aguada y La Hondonada. Estas iniciativas cuestan US$ 93 millones y, si se materializan, agregarán 232 hectáreas de áreas verdes, equivalentes al 10% del stock existente.
Se trata de un avance muy importante, aunque insuficiente, si consideramos que la capital requiere de 3.500 hectáreas para llegar al índice de áreas verdes por habitante recomendado por organismos internacionales.
En este contexto, sería deseable reforzar la institucionalidad del Parque Metropolitano, asignándole más recursos y atribuciones y centralizando las funciones que cumplen municipios, ministerios o la Conaf.
Estas buenas noticias contrastan con la situación del antiguo aeródromo de Cerrillos. En este caso, existe un parque nuevo de 50 hectáreas y magnífico diseño que está abandonado, pese a localizarse en uno de los sectores con mayores carencias de áreas verdes.
Esta paradoja se explica por la decisión de reevaluar el proyecto Ciudad Parque Bicentenario (CPB), analizando la posibilidad de reabrir la pista de aviones que el mismo Estado decidió desmantelar hace menos de cuatro años. Como ya se invirtieron US$ 30 millones en la CPB, la autoridad debe evaluar con detención los costos y beneficios de cada alternativa.
En caso de reabrir la pista aérea, el uso del parque se vería restringido y el beneficio social estaría dado por los servicios públicos que prestan los aviones, como el traslado de enfermos o los taxis aéreos para altos ejecutivos (por razones obvias, deben excluirse de la evaluación los beneficios económicos que percibirían los pilotos civiles, al contar con un terreno fiscal en la mitad del centro metropolitano de Santiago).