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Colapso vial: Podría ser peor

El colapso vial que vimos el sábado pasado se pudo haber mitigado con las acertadas medidas que recomendó Rodrigo Fernández en este diario. Sin embargo, igual los automovilistas habrían pasado varias horas en el taco, ya que no hay infraestructura que resista una concentración tan gigantesca de flujo. Incluso levantando […]

Ivan Poduje

El colapso vial que vimos el sábado pasado se pudo haber mitigado con las acertadas medidas que recomendó Rodrigo Fernández en este diario. Sin embargo, igual los automovilistas habrían pasado varias horas en el taco, ya que no hay infraestructura que resista una concentración tan gigantesca de flujo. Incluso levantando los peajes, a un enorme costo fiscal, el efecto sólo hubiese sido menor, debido a las restricciones que imponen cuestas, túneles o puentes.

Afortunadamente, esta crisis se produce pocas veces al año. No corren la misma suerte los cientos de miles de capitalinos de Maipú, Quilicura, Puente Alto, Huechuraba o San Bernardo. Para ellos, los tacos son un problema serio y cotidiano, como se observa en la Panamericana Norte y la Autopista del Sol, donde la congestión se extiende por kilómetros, o las salidas de la Costanera Norte, Autopista Central y Américo Vespucio. Acá se requieren medidas de gestión de tráfico, como propone Fernández, pero también aumentos en la capacidad de la infraestructura, es decir, ensanches, enlaces, caleteras y nuevos proyectos.

Para ello, el Ministerio de Obras Públicas propuso un ambicioso plan para mejorar sus autopistas urbanas, que ha tenido escaso o nulo avance en los últimos cinco años. En transporte público la situación no es mejor, salvo por las nuevas líneas 3 y 6 de Metro. Las obras en corredores de buses y trenes suburbanos prácticamente no avanzan, lo que acentúa la pérdida de atractivo de este sistema respecto a los autos, agravando el problema.

Urge que los ministerios aceleren la materialización de estos planes, los ajusten si sus plazos no son reales (como pareciera ser el caso) y prioricen las obras más urgentes. Además, deben asumir su rol como encargados de la planificación del sistema de transportes, que trasciende la fiscalización de empresas concesionarias de autopistas o buses, que suelen ser los culpables de todos los males.

 

Las autoridades deben recordar que hoy sólo existen cinco personas por auto y no dos como en los países de la Ocde, donde aspiramos a llegar. Haga la matemática y sabrá lo que se viene si no se toman medidas.